Relación Sujeto y Objeto en Epistemología
Relación
epistemológica
En todo conocimiento podemos distinguir cuatro elementos:
- El sujeto que conoce.
- El objeto conocido.
- La operación misma de conocer.
El resultado obtenido que es la información recabada acerca
del objeto.
Dicho de otra manera: el sujeto se pone en contacto con el
objeto y obtiene una información acerca del mismo. Cuando existe congruencia o
adecuación entre el objeto y la representación interna correspondiente, decimos
que estamos en posesión de una verdad.
Relación
epistemológica:
Muchos autores
franceses e ingleses identifican el término “epistemología” con lo que en
español se denomina “gnoseología” o “teoría del conocimiento”, rama de la
filosofía que se ocupa del conocimiento en general: el ordinario, el
filosófico, el científico, el matemático, etc. De hecho, la palabra inglesa
“epistemology” se traduce al español como “gnoseología”. Pero aquí
consideraremos que la epistemología se restringe al conocimiento científico.
Rama de la filosofía que trata de los problemas filosóficos
que rodean la teoría del conocimiento. La epistemología se ocupa de la
definición del saber y de los conceptos relacionados, los criterios, los tipos
de conocimiento posible y el grado con el que cada uno resulta cierto; así como
la relación exacta entre el que conoce y el objeto conocido.
Las dificultades que el estudio del conocimiento ha arrojado
a lo largo de la historia se deben a la posible y distinta perspectiva que se
adquiere de la teoría del conocimiento según que se considere prioritariamente
de modo subjetivo, de quien conoce, o de modo objetivo, lo que se conoce. Ambas
perspectivas son necesarias para que haya conocimiento, sujeto y objeto, ya que
nada podría ser conocido si no existiera un ser con capacidad de conocer, y
nada podría ser conocido si no existiera una realidad con objetos posibles de
comunicarse como seres cognoscibles.
La metafísica del ser y las filosofías idealistas han
priorizado una u otra perspectiva de la entidad del conocimiento adoleciendo de
dar una respuesta formalmente coherente de la múltiple implicación del sujeto y
el objeto para posibilitar el conocimiento, muy especialmente cuando han de
versar sobre el conocimiento intelectual, ya que el conocimiento sensible
responde a un proceso más simple y por tanto más accesible a definir. El
conocimiento intelectual ofrece la particularidad de que conoce que conoce, y
por ello el propio acto de conocimiento se manifiesta como sujeto y como
objeto.
Un punto de inflexión en el desarrollo de la filosofía sobre
el conocimiento humano se puede admitir en el racionalismo de Descartes cuando
categoriza la existencia en función del sujeto pensante que la percibe. Desde
ese momento intelectual el sujeto del conocimiento, quien piensa, trasciende su
subjetividad para configurarse al mismo tiempo como objeto del conocimiento, el
que existe.
Si se considera el proceso cognitivo como una trasferencia
lineal de información desde el objeto al sujeto, la relación entre ambos
extremos del proceso está marcada por la idoneidad de elementos para ser
compatibles en el proceso de cifrado, trasmisión, descodificación y retención.
Cada parte presenta su propio proceso, el objeto mediante los accidentes de su
materia que le hacen cognoscible, y el sujeto mediante los procesos imputaciones
que le permiten conocer.
Cuando se atiende a considerar la naturaleza del
conocimiento intelectual el problema se complica, ya que el mismo se identifica
con un acto de reflexión por el que la información del objeto no procede de un
grupo de señales imputables externas sino de un contenido mental inmaterial
cuya entidad radica en el mismo sujeto que piensa. Este procedimiento compuesto
del conocimiento intelectual presenta una doble articulación por la que el
objeto ha de ser mentalizado en el sujeto para que pueda ser objeto del nuevo
acto de conocimiento del mismo sujeto que hace posible la reflexión.
La idea de la totalidad como sujeto es central para la
fundamentación del pensamiento moderno y la correspondiente teoría del
conocimiento. El espí- ritu científico parte, en sus inicios, de una cosmovisión
que hacía del universo un lugar de permanencia plena. Cualquier miembro de este
universo participaba directamente en su desarrollo, no era un observador
distante, diferenciado. Hay una integración física, psíquica, espiritual (º
metafísica) en este acto de conocer. Por varias razones la ciencia, sin
embargo, abandona esta modalidad de conocimiento. Los modos racionalistas y
empirista de conocimiento operando conjuntamente en la configuración de una
nueva cosmovisión, crean las bases para una epistemología propia, exigida por
una recién aparecida conciencia, la conciencia de la dualidad; así, una
dualidad de agentes: observador-observado; una dualidad de acciones: las leyes
del pensamiento se conforman con las leyes de las cosas; los datos determinan qué
pensamiento pensar; y, aún más importante, la dualidad entre un sujeto que
conoce y un objeto que es conocido. Por lo tanto, diremos que esta conciencia
de la dualidad tiene su fundamento ontológico en la dualidad cartesiana
mentecuerpo, en consonancia con su tesis de las dos sustancias (res
cogitans-res extensa).
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